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Arena sin fin

Psicología feminista.


Desde que nacemos, a hombres y mujeres nos tratan de una forma distinta. Todos recibimos una socialización diferencial de género.

¿Y esto, que quiere decir?

Pues que a los niños se les anima a jugar al balón, a los superhéroes o con coches, y a las niñas, a jugar con muñecas, cocinitas y maquillaje falso. Es decir, que a ellos se les enseña el disfrute de la aventura y el movimiento, y a las niñas el cuidado y la belleza. Por no hablar de cómo la tolerancia sobre el buen comportamiento es distinta en ambos sexos, siempre pensamos que es normal que los niños sean más revoltosos, y las niñas más obedientes, o el permiso que las chicas tienen concedido sobre la exploración de sus emociones, y como aún seguimos escuchando que los niños no lloran.

Todo esto afecta a la manera en que sentimos, pensamos y actuamos, y un psicólogo debe de tenerlo en cuenta en la consulta.

Un ejemplo es el caso de la depresión. El número de mujeres que sufre este trastorno prácticamente dobla al de los hombres, y esto es porque existe un tipo de depresión, distinta al trastorno de depresión mayor, denominada de género, que es un tipo de depresión que surge por el contexto en que viven las mujeres. Sus causas son variadas, como la sobrecarga de trabajo reproductivo (cuidado de hijos y mayores, limpieza, organización…), poca valoración y reparto injusto de este tipo de trabajo, violencias machistas (que van desde el acoso callejero al maltrato), la presión por ser la mujer perfecta según la describe nuestra sociedad, el amor romántico como condena, anteponer las necesidades de los demás a las propias, y un largo etcétera.

Este trastorno es un ejemplo de cómo el contexto en que nos movemos, afecta de distinta forma a hombres y mujeres, y como esto repercute de una forma distinta a los distintos géneros.

Por eso, al hacer terapia, tenemos que tener presentes este marco, y trabajar desde una perspectiva de género, deconstruyendo las ideas preconcebidas sobre la normalidad de ser mujer, o de ser hombre, por que muchas de estas normas no escritas (la importancia vital de encontrar el amor, ser madres para completarte como mujer, o tener que ser bella según los cánones establecidos para las mujeres, y ser fuertes, ser capaces de mantener a la familia, y tener la obligación de ser el que proteja, en el caso de los hombres) nos están llevando a vivir situaciones poco justas, que pueden estar afectando a nuestra salud mental.

La psicología feminista parte de la base de entendimiento de cómo el entorno que define los roles de género afectan a nuestras emociones, pensamientos y actos, y desde aquí trabajar para que cada paciente logre ser esa persona que realmente es, para sentir, pensar y hacer, como se sienta cómodo, y no como le han enseñado desde pequeño que debe de ser. Dándole a vestir un traje que no es de su talla, que es para el prototipo, y no para la persona real.



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